domingo, 22 de febrero de 2015

COLOMBIA BOCETO PARA UN RETRATO

Colombia: Boceto para un Retrato

Oscar Raúl Garcés Delgado

Colombia es un país de contrastes, un país maravilloso, enriquecedor, es el único país en Sur América que cuenta con dos océanos, una flora y fauna exuberante, que muchos otros países quisieran tener.
Pero no todo en nuestro país es color de rosa, existen también muchos problemas internos de toda clase: sociales, económicos, políticos, etc. Muchos colombianos de a pie se preguntan a diario sobre cómo se generan los indicadores sociales que cada cierto tiempo publica el gobierno de turno para demostrar ante la ciudadanía que se está ganando la guerra contra la pobreza y el desempleo.
Mientras los ciudadanos todos los días son testigos de que en las calles de las diferentes ciudades un mayor número de vendedores ambulantes están en los andenes y en los semáforos; conocen familias que padecen el drama del desempleo del jefe del hogar, que fue despedido por “recorte de personal”; ven en las noticias que cada vez más familias desplazadas por el conflicto llegan a engrosar los cinturones de miseria de las grandes ciudades, el Gobierno muestra cifras que corresponderían a un país totalmente diferente al que percibe la opinión pública.
Por lo tanto, hay un verdadero choque entre la realidad de la gente y la que se pretende mostrar a través de los informes que da el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane.
Ante la falta de fuentes de trabajo de calidad, la inestabilidad laboral y la precariedad en la que viven los más pobres y vulnerables, se observa una mayor presión por parte de la población para acceder a las ayudas del Gobierno, representadas en subsidios como los del Adulto Mayor, Más Familias en Acción, las viviendas gratis y la afiliación al régimen subsidiado en salud. Y esta situación se convierte en el verdadero termómetro social de lo que está pasando en Colombia.
Por otra parte en cuestión de desarrollo humano., El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que Colombia tiene un alto desarrollo humano. El país ocupa el puesto 91 entre 186, en un informe que evalúa los logros de las naciones en educación y salud, y la disponibilidad de recursos para ofrecerles a sus habitantes un nivel de vida digno.
En el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en América Latina, Colombia se ubica en la casilla número 12, muy por debajo de Chile, Argentina, Uruguay y Cuba. Sólo supera a naciones como El Salvador, Guatemala y Bolivia. Según el informe en nuestro país los niños estudian en promedio 7,3 años, mientras el “período esperado de escolaridad” son 13,6.
Jairo Santander, docente e investigador en desarrollo y políticas públicas de la Universidad de los Andes, dice que para el caso de Colombia el índice es “engañoso”. Argumenta que los contrastes entre regiones apartadas, vistas por ejemplo en las distancias que deben recorrer los niños para ir a la escuela, el difícil acceso a programas de salud de calidad y los ingresos insuficientes para algunos sectores de la población, son la causa.
“Hay lugares donde el IDH es sumamente elevado, como Bogotá, que tiene servicios básicos para que la gente pueda desarrollar sus potencialidades. En cambio, si miramos a Chocó, La Guajira, Cesar y Nariño, las tasas son muy similares a países del sudeste asiático y de África”, dice Santander.



COLOMBIA: BOCETO PARA UN RETRATO

Breve resumen del país - momento actual.

Rocío Patricia Pájaro

Colombia, desde el norte en el cabo de la vela en la Guajira, podemos apreciar como inicia la hermosura de nuestro país, bañada por eso bello mar Caribe lleno de corales, donde su calor nos impregna y el suave toque de su brisa nos endulza la vida, se siente un inmenso deseo de estar en nuestra patria.
Su región andina, donde encontramos majestuosos paisajes, sus exquisitos platos típicos; la zona oriente y occidente, también con su inigualable belleza, la región de Orinoco y los llanos orientales con su variedad de fauna y flora, Colombia tienes tantas riquezas, y una de las más importantes es ese calor de hogar que destilas cuando llegamos al seno de nuestras familias, es algo que no tiene precio, la alegría que nos transmite su gente, queda grabada en nuestra memoria.
En Colombia tenemos una gran variedad de climas: frio, cálido, templado, paramo. Su gran variedad de bosques naturales, vegetación, flores, animales, permite que podamos tener unos paisajes hermosos, que tenemos la dicha de contemplar, nuestros amaneceres y atardeceres, observar la puesta del sol es algo fascinante. Definitivamente somos ricos en diversidad en variedad, pero no hemos valorado esas riquezas, ya que no cuidamos nuestros recursos naturales; siendo esto tarea de todos, para lograr tener un ambiente más agradable y sano para nosotros y nuestras futuras generaciones.
Durante el presente gobierno, uno de los temas principales ha sido el proceso de paz, diálogos llevados a cabo en la Habana – Cuba; donde se pretende llegar a acuerdos para lograr la tan anhelada paz.  Se habla de paz, pero este es un tema que abarca muchos ámbitos. Colombia es un país en el cual muchas familias aún vive en extrema pobreza, a eso súmele el desplazamiento forzoso esas familias de campesinos que les ha tocado abandonar sus tierras, las minas que han dejado tantas personas mutiladas de todas las edades;  la delincuencia común que se vive casi a diario, la falta de empleo y oportunidades, los hogares que viven en continuas contiendas, que se agreden padres e hijos; es un caos terrible; entonces cuando se habla de paz hay que tener en cuenta todos estos factores que afectan; la labor es ardua para lograr que se logre la paz, no solamente en Colombia sino en todas las naciones.
Sin embargo y pese a todas las situaciones adversa que vivimos a diario, somos una raza que lucha, que sueña por lograr alcanzar sus propósitos en la vida, tenemos en la actualidad una tremenda selección Colombia, cuyos jugadores han logrado muchos triunfos en el exterior, ciclistas que han marcado la pauta y han dejado en alto el nombre de nuestro país, cantantes que resaltan la grandeza d nuestra nación en el exterior, y por fin de muchos años hemos vuelto a tener la corona de Mis Universo en nuestro amado país. Definitivamente cuando un colombiano se propone algo lo logra, y esa debe ser la actitud siempre perseverantes, constantes, trabajando arduamente hasta lograr el bienestar, la tranquilidad y la paz para todos.
Como dijo el escritor Héctor Abad Faciolince No somos ni el infierno ni el paraíso. Somos un purgatorio que intenta arrancar almas de la perdición y aspira a seguir, aunque muy despacio, a un paso desesperantemente lento, el camino del progreso que otros llaman cielo.


COLOMBIA: BOCETO PARA UN RETRATO
Patricia Uribe

Parodia.
Despojándome de algún sentimiento pesimista frente a la realidad, en seis años nuestro país ha cambiado en muchos aspectos, pero lamentablemente en el detrimento social y económico. Racionalmente la población del año 2009 al 20015 ha aumentado (Claro que sin perder la fe). Luego entonces todas las cifras aumentaron. Ahora son más los ricos que los pobres, la desigualdad social en nuestro país va crecimiento. Las riquezas minerales, industriales y agrícolas están en manos de un mayor porcentaje de los elitistas. El poder político continúa desmesuradamente controlando lo producido de las riquezas mencionadas. La clase elitista crece a merced del trabajo honrado de los colombianos del común. Las posibilidades de recuperación económica para los menos favorecidos son exiguas. Cada día son más acaparados los jugosos contratos por quienes ostentan el poder. El clientelismo y el nepotismo son flagelos que no se detienen. La salud sigue siendo un fortín político y de ganancias exorbitantes para los pulpos que manejan a su antojo las riendas de nuestra amada Colombia.  Cada día nos asemejamos más a las características de África  y del medio oriente. La industria minera ilegal es aún más riesgosa, pues las victimas suman y suman en las estadísticas de desaparecidos en esta minas.

Al final del año 2009 los mercados petroleros tuvieron una aceleración repentina que llevó las cotizaciones del petróleo a rozar la barrera de los 80 dólares por barril y, además, acumular un crecimiento anual del 75%, el más alto presentado en una década. La tendencia al alza es azuzada por un aumento de la demanda de petróleo y por la debilidad del dólar frente a otras divisas. Al finalizar la sesión del último día de cotizaciones del año 2009, en la Bolsa Mercantil de Nueva York el crudo Texas marcó un precio de 79,36 dólares por barril. Hoy martes 19 de 2015 el precio del barril tiene un valor de $ 59.43 dólares. La baja del petróleo afecta la economía de los países de igual forma, dicho efecto repercute para el resto de empresas que tributan del sector petrolero. Este punto en si es el más notable en los cambios generados desde el año 2009 hasta el 2015.
Las aguas de las costas de nuestro país están más contaminadas. Los judíos y los árabes continúan compitiéndose el comercio de los puertos colombianos.
El puerto de Buenaventura aparte de estar más deslucido, se ha convertido en un foco delincuencial y de descomposición social.
Las principales ciudades están convertidas en aglutinamientos humanos, los campesinos cada día son más los que quieren abandonar el campo por falta de garantías para su sustento y el de su familia.
El clima ha cambiado, los encargados de pronosticar el comportamiento del tiempo no aciertan, lo fenómeno de la niña y del niños no aparecieron como lo habían vaticinado meses antes.
La política sigue apasionando a los colombianos, y la ilusión continua por parte de los ciudadanos a la espera de un cambio en la forma de hacer política quienes gobiernan este país. Afortunadamente para unos y desafortunadamente para otros; el terrateniente antioqueño de baja estatura, ojos claros y buenos modales ya no nos gobierna, pero sigue dando lata, hoy día es senador de la república y maneja a su antojo su sanedrín obsecuente a ultranza, que a diario repiten como loros sus fraseos politiqueros e injuriosos.  Y para algunos es su redentor, y para otros un Tartufo. De todas maneras sigue campante, mientras varios de sus súbditos que lo acompañaron durante su doble mandato, tiene problemas con la justicia, casi todos  se encuentran presos y condenados por la corte suprema de justicia, pero otros están escondiéndose para evitar ser capturados. Muchos nos peguntamos;  cuando le tocará a él, comenzar a responder por sus órdenes acatadas por sus vasallos que precisamente los llevaron a involucrase en los enredos judiciales en los se encuentran hoy día.
El tema de nunca acabar; el conflicto armado, que abarca toda la atención e inversión, dejando de lado la parte social.
Desde el mes de junio de 2011 una de las ciudades importante del país se encuentra sin agua potable, tras el colapso del acueducto del municipio, que quedó inservible por cuenta de un deslizamiento de tierra. La desidia, la indiferencia y los intereses creados por parte de los dirigentes de esta región, han perjudicado a los yopalenses sin el servicio vital como es el agua. Actualmente no se ha solucionado el problema. No solo Yopal tiene este problema, existen otras regiones sin el precioso líquido.
El actual Presidente quien llegó a ocupar el primer cargo de nuestro país apoyado por el dueño  de los ubérrimos negocios nacionales y multinacionales, logró igualmente relegirse, luego de separarse del séquito de su anterior jefe político. El hoy primer mandatario, mantiene sus esperanzas en el proceso de paz que lleva acabo con las Farc, y en conversaciones con el ELN para incluirlos en este proceso, al cual mantiene contra vientos y mareas, por lo menos reconoce que el conflicto armado no se supera con las armas. Pues su antecesor incumplió la promesa que utilizó como bandera para lograr ser elegido y reelegido; hoy día divide el país con sus igníferos comentarios sobre las políticas de gobierno establecidas por su ex vasallo.
Para esta época se han escrito muchos libros, se han dado a conocer nuevos escritores y se han filmado muchas más películas, pero muy pocas con éxito taquillero. Y ya sumamos dos medallas de oro en los juegos olímpicos. 19 medallas ha ganado Colombia en toda la historia de los Juegos Olímpicos desde la primera participación en los Ángeles el año 1932. El año anterior por fin un colombiano gana el Giro de Italia, ratificando que los ciclistas son buenos escaladores.
Fueron varias las satisfacciones en el campo deportivo para nuestra Patria, la Selección Colombia de Fútbol realizó un gran mundial de fútbol en Brasil, se superó ampliamente las estadísticas en las participaciones  desde su primera aparición en el año 1932. En la participación del mundial 98 en Francia solo convirtieron un solo gol, en Brasil fueros doce goles anotados, y por primera vez se logra obtener  el título de goleador.
En la actualidad los cantantes de música popular suman más de veinte.
Hoy día ya no contamos con dos de los grandes personajes de las letras, primero murió Álvaro Mutis, a los seis meses el galardonado con el premio nobel de literatura Gabriel García Márquez, y Fernando Vallejo continua con su humor negro y satírico, últimamente se le ha escuchado lanzando críticas hacia el proceso de paz.
En cuanto a los museos, Colombia tiene 724 museos registrados, muchos de ellos reconocidos internacionalmente, como el Museo del Oro, en general, los colombianos no asistimos estos espacios.
En la actualidad somos más de 48 millones colombianos, viviendo aquí, pero también en los últimos años ha subido el porcentaje que emigran hacia otros lugares, como  Europa y Estados Unidos, Venezuela ya dejó de ser un país atractivo para los colombianos debido a la situación de inestabilidad social y económica que vive en estos momentos este país vecino.
Tame es la ciudad donde me encuentro viviendo, luego de aguantar la arremetida de la guerrilla y los paramilitares, hoy se vive en la parte urbana con placidez, lo contrario a lo sucedido en la parte rural, donde diariamente ocurren brotes de violencia generados por los grupos guerrilleros, sobre todo por el ELN,  pues las Farc por estos lados han cumplido con el cese a la fuego unilateral, esto lo puedo corroborar ya que casi todos los días recorro con mi esposo las diferentes zonas rurales de la región, incentivando la lectura.
Colombia no es el lugar paradisíaco lugar que anhelamos, pero en un país que se puede vivir con la esperanza en que las cosas van  a mejorar, afortunadamente todavía contamos con grandes riquezas que la naturaleza nos ha provisto, también con personas que tratan de trabajar por un mejor bienestar para los colombianos, aunque son pocos, pero al menos lo intentan.
Sigo pensando que Colombia es el mejor país del mundo para vivir. ¡Que viva Colombia!


COLOMBIA BOCETO PARA UN RETRATO
Olga Patricia Canamejoy

Colombia me parece un buen resumen del mundo. Una élite prevalentemente blanca en el color de la piel, que constituye un poco menos del 10% de la población total, que vive en los climas más fríos y ocupa las tierras más fértiles, es dueña del 80% de la riqueza general (las minas, la agricultura, el ganado, los bancos, las industrias) y controla el poder político. Otro 40% de la población, un poco más oscura en su aspecto exterior, trabaja duramente, más que para llegar a ser élite, para no caer en la pobreza del otro 50% de la población, que vive en las tierras más cálidas y menos fértiles o en las partes más duras de las ciudades, que es negra, india, mulata o mestiza, y que nunca está del todo segura de poder comer o de tener agua limpia al día siguiente.
El primer mundo desarrollado (espejo de Europa, Estados Unidos y algunas partes del Lejano Oriente) está representado por esa élite de piel clara, que se aprovecha de las materias primas y de la mano de obra barata del resto del país. Viven bien, comen bien, estudian en los mejores centros, tienen excelentes hospitales y se mueren de viejos. La clase media, los pequeños empleados, algunos obreros con buenos contratos, son el espejo de los países emergentes como México o Brasil. El 50% de los pobres que apenas sobreviven, se parecen a África, a las regiones y naciones más pobres de Oriente, y también, por supuesto, a la misma América Latina menos desarrollada. Así es el mundo, y Colombia se parece mucho al mundo, en tamaño pequeño.
Recorrer Colombia es una bonita experiencia sociológica: si uno empieza por el Norte, en el desierto de La Guajira, podrá visitar la mezquita de Maicao, comer quibbes como los del Líbano, ver mujeres de origen árabe con velo musulmán y hasta deleitarse al postre con las waclavas de miel y frutos secos. Si atraviesa las fértiles llanuras de Córdoba, Bolívar y Sucre, encontrará inmensos hatos de ganado Brahman, traído de la India hace más de un siglo, con sus morros henchidos de grasa y carne, y con la parsimonia envidiable de las vacas sagradas. Si se trepa por la cordillera de los Andes encontrará valles alpinos con ganado Holstein o Jersey, como en Suiza, Inglaterra o Canadá, e incluso campesinos de ojos azules que ordeñan las vacas y hacen queso en las montañas de Antioquia. Si se hunde en las selvas del Chocó podrá sentirse en África de repente, con unos negros grandes y dulces que llevan la música por dentro y la pobreza por fuera, aunque con gran dignidad. Si se atreve a internarse en las selvas amazónicas, se sentirá en partes del Brasil, con ríos inmensos y parsimoniosos, árboles innumerables, calor intenso y bichos raros. Si va a los departamentos del Cauca y Nariño, en el sur, podrá figurarse que está en Bolivia o en Perú, con indios que vienen de ramas remotas de la familia quechua, cuyo imperio se extendió hasta allí, pero que hablan lenguas locales que Evo Morales no entendería.
Y en este viaje imaginario encontrará también, por supuesto, aquello que se considera más típicamente colombiano: plátanos y yuca en tierra caliente, cafetales y pájaros en tierra templada, campos petroleros y minas de oro y carbón explotadas en general por inmensas transnacionales europeas o norteamericanas, plantaciones de mata de coca con mafiosos que matan por defender las rutas de su cocaína, guerrilleros salvajes que secuestran y extorsionan, paramilitares sanguinarios como nazis, un Ejército que no pocas veces comete crímenes tan horrendos como los de los grupos ilegales, y un Estado que, según se acerque o se aleje de las grandes capitales, es capaz de controlar o no el territorio de la nación.
¿Qué nos falta en esta rápida descripción geográfica del país? Dos largas costas, la del mar Caribe y la del océano Pacífico, entre delfines y playas coralinas, hasta tibias bahías escogidas por las ballenas que van y vienen de los polos para hacer ahí, en el centro de su recorrido, esos ruidosos y salvajes apareamientos que los humanos llaman el amor. Algún puerto industrial, como Barranquilla, donde judíos y árabes conviven y compiten por el comercio; una ciudad de belleza legendaria, Cartagena de Indias, en donde el centro se parece a Andalucía y la periferia a Bangladesh; y por último el puerto más feo de todo el océano Pacífico, Buenaventura, en donde la ventura está siempre al borde de convertirse en desventura.
Colombia es también, como el mundo, un país de ciudades en el que la mayoría de la gente vive en humeantes conglomerados urbanos acromegálicos y no en el campo. Lo distinto estriba en que, a diferencia de la mayoría de los países de Hispanoamérica, la capital del país, Bogotá, no se roba la casi totalidad de la población urbana, sino que pululan las ciudades con más de un millón de habitantes: Medellín, Cali, Barranquilla, Pereira, Cartagena, Manizales. Salvo los puertos, la mayoría de estas ciudades (y por ende de la población del país) está en las cordilleras, en altos valles o en altísimos altiplanos. El motivo es muy simple: el clima duro del trópico, la humedad y los insectos de las tierras bajas se soporta mucho mejor en la altitud de las montañas. Por eso tenemos un país muy extenso, pero al mismo tiempo muy densamente poblado en la cordillera y casi desierto en las llanuras y en las selvas.


El 98% de los colombianos hablamos en castellano. Las variedades de nuestro español dependen de si estamos cerca del mar, de cara al mundo, o aislados en las montañas, pero en general podría decirse que, quizá por estar nuestro país a mitad de camino entre el Río Grande del norte y el Río de la Plata, nuestro castellano tiene una cadencia bastante comprensible para casi todos los que viven en el ámbito de la lengua. A esta aparente neutralidad de nuestra variedad lingüística se debe tal vez ese lugar común que dice que hablamos el español más hermoso y correcto de América.
La política nos apasiona, como a los ciudadanos de cualquier parte del mundo, y también tenemos la ilusión de que la vida depende del cambio ritual de los gobernantes. Desde hace más de seis años nos gobierna un terrateniente antioqueño de baja estatura, ojos claros y buenos modales (aunque los pierde con facilidad cuando se enoja, y se enoja mucho). Un requisito tácito para pertenecer a su gabinete es haber padecido secuestros o asesinatos a manos de la guerrilla. Muchos de sus ministros han tenido esa trágica experiencia, en la propia piel o en la de familiares y amigos muy cercanos. Eso los hace odiar, con razón, a las Farc, empezando por el primer mandatario, cuyo padre fue asesinado por esta banda de narcotraficantes que se hace pasar por guerrilla revolucionaria. Bueno, es ambas cosas, una guerrilla degradada a mafia que no deja por eso de ser a ratos una guerrilla con ideales rebasados por la historia. Uribe fue elegido por la mayoría de los colombianos para derrotar a ese grupo, las Farc, del cual el 95% de la población estaba harto. Lo ha logrado en parte, pero a costa de perdonar demasiado a los paramilitares y a costa de gastarse la mejor tajada del presupuesto en fortalecer al Ejército.
Casi nadie, ni yo mismo, se opone a que derrote a la guerrilla. El problema es que al hacerlo se descuida lo más grave para nuestro desarrollo: la desigualdad y la miseria. Del 50% de la población pobre, de su condición inhumana, sale cada año apenas un porcentaje ínfimo, aunque constante. El agua sigue siendo impotable incluso en algunas de las regiones más lluviosas del mundo. No tenemos ni una sola autopista en todo el país. La educación pública es de muy mala calidad y no es universal. La gente desplazada del campo por la guerra se hacina en las ciudades en condiciones de vivienda y de vida intolerables. El Presidente reza rosarios en público y no está muy interesado en el control de los nacimientos. Pero aquello para lo que fue elegido, aquello que prometió —derrotar a las Farc—, lo está cumpliendo, y por eso la mayor parte de la población lo apoya todavía con un fervor religioso.
Escribimos libros, hacemos unas cuantas películas al año, ganamos una o dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos, somos buenos escaladores en ciclismo y tenemos una selección de fútbol que teme mucho hacer goles. Tenemos dos o tres cantantes populares que el mundo adora, aunque a mí no me entusiasmen. Nuestros tres escritores más grandes, en todos los sentidos de la palabra grande, viven en México (García Márquez, Mutis y Fernando Vallejo), como si el aire impuro del D.F. fuera fecundo para su prosa. Tenemos unos cuantos museos no muy buenos, pero de vez en cuando surgen grandes talentos aislados en la ciencia o en el arte. Somos unos 44 millones los que seguimos viviendo aquí, y otros 4 viven repartidos por el mundo, sobre todo en Venezuela, Europa y Estados Unidos. El país es muy verde y su naturaleza no es nada pobre. Medellín, la ciudad en la que vivo, no es la peor de América Latina ni tampoco la más violenta, por mucho que en años anteriores haya sido la capital mundial de la mafia. Pasamos de 6.500 asesinatos al año a 650, y por eso nuestra tasa de homicidios es inferior a la de Caracas, a la de México e incluso a la de Washington.
No somos ni el infierno ni el paraíso. Somos un purgatorio que intenta arrancar almas de la perdición y aspira a seguir, aunque muy despacio, a un paso desesperantemente lento, el camino del progreso que otros llaman cielo.


COLOMBIA: BOCETO PARA UN RETRATO
Carlos Alberto Vásquez
Geografía humana  de los sentidos. .
Tengo todavía la sensación de que no conozco el lugar que habito, a veces me huele a petróleo y a humedad, otras  a muerte y genocidio, a olvido a indiferencia, pero no dejo de pensar en esta Colombia que amo profundamente y que también deja en mis huesos y en la piel un sabor a mejorana a tambor y  a río.
Colombia , es una Guajira que no sabe qué hacer con su niños y en medio de mochilas y burros de una dela gastronomías mas maravillosas y exóticas de América su gente sufre el abandono  de sus gobernantes, tierras áridas desiertos y vientos con sabor a sal y a ritual de la chicha maya y de la  mujer que mantiene el hogar, machísimo ancestral que nos permite continuar este viaje por las geografías humanas del valle de upar, suena la acordeón y las voces de los cantantes  de los pregoneros de pueblos ancestrales, dejan escuchar las melodía de los verse adores que no cesan en su canto,  tierra de sabana  llego a Montería, y los montes de María, Sincelejo y los valles de los indios Sinú, tierras de gaitas y de guerras entre paramilitares y campesinos, las voces se callaron entre balas y destierros, hoy los dueños son toros y en medio de políticas de indiferencia tratan devolver a su lugares olvidando y perdonando a los que  los sacaron  y masacraron, tierras de mucho dolor, pero también llenas de gaitas y  tambores, zona agrícola y ganadera, llegas suavemente a la región cafetera  y el interior de este país donde la montaña se une al río, historias de invasiones, desde Lenguerke y Quezada, matanzas de Yariguies de la guerrilla y de Camilo Torres, aguacates en Santander, Ocaña religiosa, Norte de Santander  orilla con Venezuela comercial y legendaria, Bogotá diplomática, Arauca, llanos orientales, rodeo y mujeres recias  zapateo y joropo.
Pero aquí me detengo un minuto, debo hablar del río grande de la Magdalena, allí  mi espacio más querido, allí el rio que se mueve entre fantasmas de las bananeras  y las más terroríficas, sangrientas de las   luchas, desaparecidos, abandonados  y muertos entre sus aguas.
 Pero allí se encuentra una de las culturas más musicales que permanece escondida entre cada recodo de este país de contrastes, los bailes cantado o cantos bailados arrullan el río de mil colores e historias, las minas artesanales, las mojigangas en Simití, la fiesta del Corpus Cristi en San Vicente Chucuri, Mompox y loba, las islas del infinito río, guardadas, Tamalameque y José barros, la cumbia del banco Magdalena, “tres golpes tres golpes na más……”. Versos que son ecos de un pueblo que canta y baila para espantar tanta muerte acechante,  tiple y guitarra, guabina y bambuco, pasillo en aguadas tierra de caña, el Valle del Cauca y lejos entre orillas angustiosas los negros como hombres anfibios que no se  resignan para dejar sus lugares, los gobiernos no ayudan y allí en el choco de marimba no hay hospitales y el agua es  contaminada, allí las negritudes reclaman una oportunidad de país para  vivir, los indígenas de Putumayo, Nariño en orillas con el Brasil y el Ecuador  silencios entre coca y sabor de Copoazu y caucho como La Vorágine de José Eustasio Rivera que  se esconde entre la selva en el Amazonas tierra de culebra gigante y de pirañas, de bufeos o delfines rosados, de turismo y de micos .
Mi país sin, lugar a dudas es un sitio con muchos contrastes afortunadamente para quienes lo habitamos, en lo cultural, no existen políticas de protección real de nuestro patrimonio y un ministerio de cultura  que intenta ayudar en la promoción  y sostenibilidad de la misma  en un lugar  donde todavía el desarrollo  no se entiende  y es avasallador de tradiciones y de las formas  como se vive. Hoy nuestro país está  buscando la paz y le apuesta aun gobierno  para que se construya la política  de paz  de reinserción perdón y no olvido, mientras usted y yo imaginamos la riqueza de este lugar maravilloso que tiene en la piel y en los sentidos, la voz y los ecos de los pueblos americanos resistentes ante  los invasores y que con sus cantos espantamos la muerte y construimos la resistencia para la vida del presente y hacia el futuro. Este es mi  lugar y aquí vivo entre los fantasmas del desarrollo, la educación y la muerte.
El río sigue su curso  y a lo lejos se oye el pescador  que atrapa pescaditos de colores antes el amanecer de un nuevo día.


Referencia:
Abad, Faciolince H. Colombia: boceto para un retrato (Breve resumen del país) Publicado por El Espectador el 9 MAR 2009 EN




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