Colombia: Boceto para un Retrato
Oscar Raúl Garcés Delgado
Colombia es un país de contrastes, un país maravilloso, enriquecedor, es el único país en Sur América que cuenta con dos océanos, una flora y fauna exuberante, que muchos otros países quisieran tener.
Pero no todo en nuestro país es color de rosa,
existen también muchos problemas internos de toda clase: sociales, económicos,
políticos, etc. Muchos colombianos de a pie se preguntan a diario sobre cómo se
generan los indicadores sociales que cada cierto tiempo publica el gobierno de
turno para demostrar ante la ciudadanía que se está ganando la guerra contra la
pobreza y el desempleo.
Mientras los ciudadanos todos los días son testigos
de que en las calles de las diferentes ciudades un mayor número de vendedores
ambulantes están en los andenes y en los semáforos; conocen familias que
padecen el drama del desempleo del jefe del hogar, que fue despedido por “recorte
de personal”; ven en las noticias que cada vez más familias desplazadas por el
conflicto llegan a engrosar los cinturones de miseria de las grandes ciudades,
el Gobierno muestra cifras que corresponderían a un país totalmente diferente
al que percibe la opinión pública.
Por lo tanto, hay un verdadero choque entre la
realidad de la gente y la que se pretende mostrar a través de los informes que
da el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane.
Ante la falta de fuentes de trabajo de calidad, la
inestabilidad laboral y la precariedad en la que viven los más pobres y
vulnerables, se observa una mayor presión por parte de la población para
acceder a las ayudas del Gobierno, representadas en subsidios como los del
Adulto Mayor, Más Familias en Acción, las viviendas gratis y la afiliación al
régimen subsidiado en salud. Y esta situación se convierte en el verdadero
termómetro social de lo que está pasando en Colombia.
Por otra parte en cuestión de desarrollo humano., El
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que Colombia tiene
un alto desarrollo humano. El país ocupa el puesto 91 entre 186, en un informe
que evalúa los logros de las naciones en educación y salud, y la disponibilidad
de recursos para ofrecerles a sus habitantes un nivel de vida digno.
En el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en América
Latina, Colombia se ubica en la casilla número 12, muy por debajo de Chile,
Argentina, Uruguay y Cuba. Sólo supera a naciones como El Salvador, Guatemala y
Bolivia. Según el informe en nuestro país los niños estudian en promedio 7,3
años, mientras el “período esperado de escolaridad” son 13,6.
Jairo Santander, docente e investigador en
desarrollo y políticas públicas de la Universidad de los Andes, dice que para
el caso de Colombia el índice es “engañoso”. Argumenta que los contrastes entre
regiones apartadas, vistas por ejemplo en las distancias que deben recorrer los
niños para ir a la escuela, el difícil acceso a programas de salud de calidad y
los ingresos insuficientes para algunos sectores de la población, son la causa.
“Hay lugares donde el IDH es sumamente elevado, como
Bogotá, que tiene servicios básicos para que la gente pueda desarrollar sus
potencialidades. En cambio, si miramos a Chocó, La Guajira, Cesar y Nariño, las
tasas son muy similares a países del sudeste asiático y de África”, dice
Santander.
COLOMBIA: BOCETO PARA UN RETRATO
Breve resumen del país - momento actual.
Rocío Patricia Pájaro
Colombia,
desde el norte en el cabo de la vela en la Guajira, podemos apreciar como
inicia la hermosura de nuestro país, bañada por eso bello mar Caribe lleno de
corales, donde su calor nos impregna y el suave toque de su brisa nos endulza
la vida, se siente un inmenso deseo de estar en nuestra patria.
Su región andina, donde encontramos majestuosos paisajes, sus exquisitos
platos típicos; la zona oriente y occidente, también con su inigualable
belleza, la región de Orinoco y los llanos orientales con su variedad de fauna
y flora, Colombia tienes tantas riquezas, y una de las más importantes es ese
calor de hogar que destilas cuando llegamos al seno de nuestras familias, es
algo que no tiene precio, la alegría que nos transmite su gente, queda grabada
en nuestra memoria.
En Colombia tenemos una gran variedad de climas: frio, cálido, templado,
paramo. Su gran variedad de bosques naturales, vegetación, flores, animales,
permite que podamos tener unos paisajes hermosos, que tenemos la dicha de
contemplar, nuestros amaneceres y atardeceres, observar la puesta del sol es
algo fascinante. Definitivamente somos ricos en diversidad en variedad, pero no
hemos valorado esas riquezas, ya que no cuidamos nuestros recursos naturales;
siendo esto tarea de todos, para lograr tener un ambiente más agradable y sano
para nosotros y nuestras futuras generaciones.
Durante el presente gobierno, uno de los temas principales ha sido el
proceso de paz, diálogos llevados a cabo en la Habana – Cuba; donde se pretende
llegar a acuerdos para lograr la tan anhelada paz. Se habla de paz, pero este es un tema que
abarca muchos ámbitos. Colombia es un país en el cual muchas familias aún vive
en extrema pobreza, a eso súmele el desplazamiento forzoso esas familias de
campesinos que les ha tocado abandonar sus tierras, las minas que han dejado
tantas personas mutiladas de todas las edades;
la delincuencia común que se vive casi a diario, la falta de empleo y
oportunidades, los hogares que viven en continuas contiendas, que se agreden
padres e hijos; es un caos terrible; entonces cuando se habla de paz hay que tener
en cuenta todos estos factores que afectan; la labor es ardua para lograr que
se logre la paz, no solamente en Colombia sino en todas las naciones.
Sin embargo y pese a todas las situaciones adversa que vivimos a diario,
somos una raza que lucha, que sueña por lograr alcanzar sus propósitos en la
vida, tenemos en la actualidad una tremenda selección Colombia, cuyos jugadores
han logrado muchos triunfos en el exterior, ciclistas que han marcado la pauta
y han dejado en alto el nombre de nuestro país, cantantes que resaltan la
grandeza d nuestra nación en el exterior, y por fin de muchos años hemos vuelto
a tener la corona de Mis Universo en nuestro amado país. Definitivamente cuando
un colombiano se propone algo lo logra, y esa debe ser la actitud siempre
perseverantes, constantes, trabajando arduamente hasta lograr el bienestar, la
tranquilidad y la paz para todos.
Como dijo el escritor Héctor Abad Faciolince No somos ni el infierno ni el paraíso. Somos
un purgatorio que intenta arrancar almas de la perdición y aspira a seguir,
aunque muy despacio, a un paso desesperantemente lento, el camino del progreso
que otros llaman cielo.
COLOMBIA: BOCETO PARA UN RETRATO
Patricia Uribe
Parodia.
Despojándome
de algún sentimiento pesimista frente a la realidad, en seis años nuestro país
ha cambiado en muchos aspectos, pero lamentablemente en el detrimento social y
económico. Racionalmente la población del año 2009 al 20015 ha aumentado (Claro
que sin perder la fe). Luego entonces todas las cifras aumentaron. Ahora son
más los ricos que los pobres, la desigualdad social en nuestro país va
crecimiento. Las riquezas minerales, industriales y agrícolas están en manos de
un mayor porcentaje de los elitistas. El poder político continúa
desmesuradamente controlando lo producido de las riquezas mencionadas. La clase
elitista crece a merced del trabajo honrado de los colombianos del común. Las
posibilidades de recuperación económica para los menos favorecidos son exiguas.
Cada día son más acaparados los jugosos contratos por quienes ostentan el
poder. El clientelismo y el nepotismo son flagelos que no se detienen. La salud
sigue siendo un fortín político y de ganancias exorbitantes para los pulpos que
manejan a su antojo las riendas de nuestra amada Colombia. Cada día nos asemejamos más a las
características de África y del medio
oriente. La industria minera ilegal es aún más riesgosa, pues las victimas
suman y suman en las estadísticas de desaparecidos en esta minas.
Al
final del año 2009 los mercados petroleros tuvieron una aceleración repentina
que llevó las cotizaciones del petróleo a rozar la barrera de los 80 dólares
por barril y, además, acumular un crecimiento anual del 75%, el más alto
presentado en una década. La tendencia al alza es azuzada por un aumento de la
demanda de petróleo y por la debilidad del dólar frente a otras divisas. Al
finalizar la sesión del último día de cotizaciones del año 2009, en la Bolsa
Mercantil de Nueva York el crudo Texas marcó un precio de 79,36 dólares por
barril. Hoy martes 19 de 2015 el precio del barril tiene un valor de $ 59.43 dólares.
La baja del petróleo afecta la economía de los países de igual forma, dicho
efecto repercute para el resto de empresas que tributan del sector petrolero.
Este punto en si es el más notable en los cambios generados desde el año 2009
hasta el 2015.
Las
aguas de las costas de nuestro país están más contaminadas. Los judíos y los
árabes continúan compitiéndose el comercio de los puertos colombianos.
El
puerto de Buenaventura aparte de estar más deslucido, se ha convertido en un
foco delincuencial y de descomposición social.
Las
principales ciudades están convertidas en aglutinamientos humanos, los
campesinos cada día son más los que quieren abandonar el campo por falta de
garantías para su sustento y el de su familia.
El
clima ha cambiado, los encargados de pronosticar el comportamiento del tiempo
no aciertan, lo fenómeno de la niña y del niños no aparecieron como lo habían
vaticinado meses antes.
La
política sigue apasionando a los colombianos, y la ilusión continua por parte
de los ciudadanos a la espera de un cambio en la forma de hacer política
quienes gobiernan este país. Afortunadamente para unos y desafortunadamente
para otros; el terrateniente antioqueño de baja estatura, ojos claros y buenos modales
ya no nos gobierna, pero sigue dando lata, hoy día es senador de la república y
maneja a su antojo su sanedrín obsecuente a ultranza, que a diario repiten como
loros sus fraseos politiqueros e injuriosos.
Y para algunos es su redentor, y para otros un Tartufo. De todas maneras
sigue campante, mientras varios de sus súbditos que lo acompañaron durante su
doble mandato, tiene problemas con la justicia, casi todos se encuentran presos y condenados por la
corte suprema de justicia, pero otros están escondiéndose para evitar ser
capturados. Muchos nos peguntamos;
cuando le tocará a él, comenzar a responder por sus órdenes acatadas por
sus vasallos que precisamente los llevaron a involucrase en los enredos
judiciales en los se encuentran hoy día.
El
tema de nunca acabar; el conflicto armado, que abarca toda la atención e
inversión, dejando de lado la parte social.
Desde
el mes de junio de 2011 una de las ciudades importante del país se encuentra
sin agua potable, tras el colapso del acueducto del municipio, que quedó
inservible por cuenta de un deslizamiento de tierra. La desidia, la
indiferencia y los intereses creados por parte de los dirigentes de esta
región, han perjudicado a los yopalenses sin el servicio vital como es el agua.
Actualmente no se ha solucionado el problema. No solo Yopal tiene este
problema, existen otras regiones sin el precioso líquido.
El
actual Presidente quien llegó a ocupar el primer cargo de nuestro país apoyado
por el dueño de los ubérrimos negocios
nacionales y multinacionales, logró igualmente relegirse, luego de separarse
del séquito de su anterior jefe político. El hoy primer mandatario, mantiene
sus esperanzas en el proceso de paz que lleva acabo con las Farc, y en
conversaciones con el ELN para incluirlos en este proceso, al cual mantiene
contra vientos y mareas, por lo menos reconoce que el conflicto armado no se
supera con las armas. Pues su antecesor incumplió la promesa que utilizó como
bandera para lograr ser elegido y reelegido; hoy día divide el país con sus
igníferos comentarios sobre las políticas de gobierno establecidas por su ex
vasallo.
Para
esta época se han escrito muchos libros, se han dado a conocer nuevos
escritores y se han filmado muchas más películas, pero muy pocas con éxito
taquillero. Y ya sumamos dos medallas de oro en los juegos olímpicos. 19
medallas ha ganado Colombia en toda la historia de los Juegos Olímpicos desde
la primera participación en los Ángeles el año 1932. El año anterior por fin un
colombiano gana el Giro de Italia, ratificando que los ciclistas son buenos
escaladores.
Fueron
varias las satisfacciones en el campo deportivo para nuestra Patria, la
Selección Colombia de Fútbol realizó un gran mundial de fútbol en Brasil, se
superó ampliamente las estadísticas en las participaciones desde su primera aparición en el año 1932. En
la participación del mundial 98 en Francia solo convirtieron un solo gol, en
Brasil fueros doce goles anotados, y por primera vez se logra obtener el título de goleador.
En
la actualidad los cantantes de música popular suman más de veinte.
Hoy
día ya no contamos con dos de los grandes personajes de las letras, primero
murió Álvaro Mutis, a los seis meses el galardonado con el premio nobel de
literatura Gabriel García Márquez, y Fernando Vallejo continua con su humor
negro y satírico, últimamente se le ha escuchado lanzando críticas hacia el
proceso de paz.
En
cuanto a los museos, Colombia tiene 724 museos registrados, muchos de ellos
reconocidos internacionalmente, como el Museo del Oro, en general, los colombianos
no asistimos estos espacios.
En
la actualidad somos más de 48 millones colombianos, viviendo aquí, pero también
en los últimos años ha subido el porcentaje que emigran hacia otros lugares,
como Europa y Estados Unidos, Venezuela
ya dejó de ser un país atractivo para los colombianos debido a la situación de
inestabilidad social y económica que vive en estos momentos este país vecino.
Tame
es la ciudad donde me encuentro viviendo, luego de aguantar la arremetida de la
guerrilla y los paramilitares, hoy se vive en la parte urbana con placidez, lo
contrario a lo sucedido en la parte rural, donde diariamente ocurren brotes de
violencia generados por los grupos guerrilleros, sobre todo por el ELN, pues las Farc por estos lados han cumplido
con el cese a la fuego unilateral, esto lo puedo corroborar ya que casi todos
los días recorro con mi esposo las diferentes zonas rurales de la región,
incentivando la lectura.
Colombia
no es el lugar paradisíaco lugar que anhelamos, pero en un país que se puede
vivir con la esperanza en que las cosas van
a mejorar, afortunadamente todavía contamos con grandes riquezas que la
naturaleza nos ha provisto, también con personas que tratan de trabajar por un
mejor bienestar para los colombianos, aunque son pocos, pero al menos lo
intentan.
Sigo
pensando que Colombia es el mejor país del mundo para vivir. ¡Que viva
Colombia!
COLOMBIA BOCETO PARA UN RETRATO
Olga Patricia Canamejoy
Colombia me parece un buen resumen del mundo. Una
élite prevalentemente blanca en el color de la piel, que constituye un poco
menos del 10% de la población total, que vive en los climas más fríos y ocupa
las tierras más fértiles, es dueña del 80% de la riqueza general (las minas, la
agricultura, el ganado, los bancos, las industrias) y controla el poder
político. Otro 40% de la población, un poco más oscura en su aspecto exterior,
trabaja duramente, más que para llegar a ser élite, para no caer en la pobreza
del otro 50% de la población, que vive en las tierras más cálidas y menos
fértiles o en las partes más duras de las ciudades, que es negra, india, mulata
o mestiza, y que nunca está del todo segura de poder comer o de tener agua
limpia al día siguiente.
El primer mundo desarrollado (espejo de Europa,
Estados Unidos y algunas partes del Lejano Oriente) está representado por esa
élite de piel clara, que se aprovecha de las materias primas y de la mano de
obra barata del resto del país. Viven bien, comen bien, estudian en los mejores
centros, tienen excelentes hospitales y se mueren de viejos. La clase media,
los pequeños empleados, algunos obreros con buenos contratos, son el espejo de
los países emergentes como México o Brasil. El 50% de los pobres que apenas
sobreviven, se parecen a África, a las regiones y naciones más pobres de
Oriente, y también, por supuesto, a la misma América Latina menos desarrollada.
Así es el mundo, y Colombia se parece mucho al mundo, en tamaño pequeño.
Recorrer Colombia es una bonita experiencia
sociológica: si uno empieza por el Norte, en el desierto de La Guajira, podrá
visitar la mezquita de Maicao, comer quibbes como los del Líbano, ver mujeres
de origen árabe con velo musulmán y hasta deleitarse al postre con las waclavas
de miel y frutos secos. Si atraviesa las fértiles llanuras de Córdoba, Bolívar
y Sucre, encontrará inmensos hatos de ganado Brahman, traído de la India hace
más de un siglo, con sus morros henchidos de grasa y carne, y con la parsimonia
envidiable de las vacas sagradas. Si se trepa por la cordillera de los Andes
encontrará valles alpinos con ganado Holstein o Jersey, como en Suiza,
Inglaterra o Canadá, e incluso campesinos de ojos azules que ordeñan las vacas
y hacen queso en las montañas de Antioquia. Si se hunde en las selvas del Chocó
podrá sentirse en África de repente, con unos negros grandes y dulces que
llevan la música por dentro y la pobreza por fuera, aunque con gran dignidad.
Si se atreve a internarse en las selvas amazónicas, se sentirá en partes del
Brasil, con ríos inmensos y parsimoniosos, árboles innumerables, calor intenso
y bichos raros. Si va a los departamentos del Cauca y Nariño, en el sur, podrá
figurarse que está en Bolivia o en Perú, con indios que vienen de ramas remotas
de la familia quechua, cuyo imperio se extendió hasta allí, pero que hablan
lenguas locales que Evo Morales no entendería.
Y en este viaje imaginario encontrará también, por
supuesto, aquello que se considera más típicamente colombiano: plátanos y yuca
en tierra caliente, cafetales y pájaros en tierra templada, campos petroleros y
minas de oro y carbón explotadas en general por inmensas transnacionales
europeas o norteamericanas, plantaciones de mata de coca con mafiosos que matan
por defender las rutas de su cocaína, guerrilleros salvajes que secuestran y
extorsionan, paramilitares sanguinarios como nazis, un Ejército que no pocas
veces comete crímenes tan horrendos como los de los grupos ilegales, y un Estado
que, según se acerque o se aleje de las grandes capitales, es capaz de
controlar o no el territorio de la nación.
¿Qué nos falta en esta rápida descripción
geográfica del país? Dos largas costas, la del mar Caribe y la del océano
Pacífico, entre delfines y playas coralinas, hasta tibias bahías escogidas por
las ballenas que van y vienen de los polos para hacer ahí, en el centro de su
recorrido, esos ruidosos y salvajes apareamientos que los humanos llaman el
amor. Algún puerto industrial, como Barranquilla, donde judíos y árabes
conviven y compiten por el comercio; una ciudad de belleza legendaria,
Cartagena de Indias, en donde el centro se parece a Andalucía y la periferia a
Bangladesh; y por último el puerto más feo de todo el océano Pacífico, Buenaventura,
en donde la ventura está siempre al borde de convertirse en desventura.
Colombia es también, como el mundo, un país de
ciudades en el que la mayoría de la gente vive en humeantes conglomerados
urbanos acromegálicos y no en el campo. Lo distinto estriba en que, a
diferencia de la mayoría de los países de Hispanoamérica, la capital del país,
Bogotá, no se roba la casi totalidad de la población urbana, sino que pululan
las ciudades con más de un millón de habitantes: Medellín, Cali, Barranquilla,
Pereira, Cartagena, Manizales. Salvo los puertos, la mayoría de estas ciudades
(y por ende de la población del país) está en las cordilleras, en altos valles
o en altísimos altiplanos. El motivo es muy simple: el clima duro del trópico,
la humedad y los insectos de las tierras bajas se soporta mucho mejor en la
altitud de las montañas. Por eso tenemos un país muy extenso, pero al mismo
tiempo muy densamente poblado en la cordillera y casi desierto en las llanuras
y en las selvas.
El 98% de los colombianos hablamos en castellano.
Las variedades de nuestro español dependen de si estamos cerca del mar, de cara
al mundo, o aislados en las montañas, pero en general podría decirse que, quizá
por estar nuestro país a mitad de camino entre el Río Grande del norte y el Río
de la Plata, nuestro castellano tiene una cadencia bastante comprensible para
casi todos los que viven en el ámbito de la lengua. A esta aparente neutralidad
de nuestra variedad lingüística se debe tal vez ese lugar común que dice que
hablamos el español más hermoso y correcto de América.
La política nos apasiona, como a los ciudadanos de
cualquier parte del mundo, y también tenemos la ilusión de que la vida depende
del cambio ritual de los gobernantes. Desde hace más de seis años nos gobierna
un terrateniente antioqueño de baja estatura, ojos claros y buenos modales
(aunque los pierde con facilidad cuando se enoja, y se enoja mucho). Un
requisito tácito para pertenecer a su gabinete es haber padecido secuestros o
asesinatos a manos de la guerrilla. Muchos de sus ministros han tenido esa
trágica experiencia, en la propia piel o en la de familiares y amigos muy
cercanos. Eso los hace odiar, con razón, a las Farc, empezando por el primer
mandatario, cuyo padre fue asesinado por esta banda de narcotraficantes que se
hace pasar por guerrilla revolucionaria. Bueno, es ambas cosas, una guerrilla
degradada a mafia que no deja por eso de ser a ratos una guerrilla con ideales
rebasados por la historia. Uribe fue elegido por la mayoría de los colombianos
para derrotar a ese grupo, las Farc, del cual el 95% de la población estaba
harto. Lo ha logrado en parte, pero a costa de perdonar demasiado a los
paramilitares y a costa de gastarse la mejor tajada del presupuesto en
fortalecer al Ejército.
Casi nadie, ni yo mismo, se opone a que derrote a
la guerrilla. El problema es que al hacerlo se descuida lo más grave para
nuestro desarrollo: la desigualdad y la miseria. Del 50% de la población pobre,
de su condición inhumana, sale cada año apenas un porcentaje ínfimo, aunque
constante. El agua sigue siendo impotable incluso en algunas de las regiones
más lluviosas del mundo. No tenemos ni una sola autopista en todo el país. La
educación pública es de muy mala calidad y no es universal. La gente desplazada
del campo por la guerra se hacina en las ciudades en condiciones de vivienda y
de vida intolerables. El Presidente reza rosarios en público y no está muy
interesado en el control de los nacimientos. Pero aquello para lo que fue
elegido, aquello que prometió —derrotar a las Farc—, lo está cumpliendo, y por
eso la mayor parte de la población lo apoya todavía con un fervor religioso.
Escribimos libros, hacemos unas cuantas películas
al año, ganamos una o dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos, somos
buenos escaladores en ciclismo y tenemos una selección de fútbol que teme mucho
hacer goles. Tenemos dos o tres cantantes populares que el mundo adora, aunque
a mí no me entusiasmen. Nuestros tres escritores más grandes, en todos los
sentidos de la palabra grande, viven en México (García Márquez, Mutis y
Fernando Vallejo), como si el aire impuro del D.F. fuera fecundo para su prosa.
Tenemos unos cuantos museos no muy buenos, pero de vez en cuando surgen grandes
talentos aislados en la ciencia o en el arte. Somos unos 44 millones los que
seguimos viviendo aquí, y otros 4 viven repartidos por el mundo, sobre todo en
Venezuela, Europa y Estados Unidos. El país es muy verde y su naturaleza no es
nada pobre. Medellín, la ciudad en la que vivo, no es la peor de América Latina
ni tampoco la más violenta, por mucho que en años anteriores haya sido la
capital mundial de la mafia. Pasamos de 6.500 asesinatos al año a 650, y por
eso nuestra tasa de homicidios es inferior a la de Caracas, a la de México e
incluso a la de Washington.
No somos
ni el infierno ni el paraíso. Somos un purgatorio que intenta arrancar almas de
la perdición y aspira a seguir, aunque muy despacio, a un paso
desesperantemente lento, el camino del progreso que otros llaman cielo.
COLOMBIA: BOCETO PARA
UN RETRATO
Carlos Alberto Vásquez
Geografía humana de los sentidos.
.
Tengo todavía la sensación de que no conozco el lugar que habito, a veces
me huele a petróleo y a humedad, otras a
muerte y genocidio, a olvido a indiferencia, pero no dejo de pensar en esta
Colombia que amo profundamente y que también deja en mis huesos y en la piel un
sabor a mejorana a tambor y a río.
Colombia , es una Guajira que no sabe qué hacer con su niños y en medio
de mochilas y burros de una dela gastronomías mas maravillosas y exóticas de América
su gente sufre el abandono de sus gobernantes,
tierras áridas desiertos y vientos con sabor a sal y a ritual de la chicha maya
y de la mujer que mantiene el hogar, machísimo
ancestral que nos permite continuar este viaje por las geografías humanas del
valle de upar, suena la acordeón y las voces de los cantantes de los pregoneros de pueblos ancestrales,
dejan escuchar las melodía de los verse adores que no cesan en su canto, tierra de sabana llego a Montería, y los montes de María,
Sincelejo y los valles de los indios Sinú, tierras de gaitas y de guerras entre
paramilitares y campesinos, las voces se callaron entre balas y destierros, hoy
los dueños son toros y en medio de políticas de indiferencia tratan devolver a su
lugares olvidando y perdonando a los que
los sacaron y masacraron, tierras
de mucho dolor, pero también llenas de gaitas y
tambores, zona agrícola y ganadera, llegas suavemente a la región
cafetera y el interior de este país
donde la montaña se une al río, historias de invasiones, desde Lenguerke y Quezada,
matanzas de Yariguies de la guerrilla y de Camilo Torres, aguacates en Santander,
Ocaña religiosa, Norte de Santander
orilla con Venezuela comercial y legendaria, Bogotá diplomática, Arauca,
llanos orientales, rodeo y mujeres recias
zapateo y joropo.
Pero aquí me detengo un minuto, debo hablar del río grande de la Magdalena,
allí mi espacio más querido, allí el rio
que se mueve entre fantasmas de las bananeras
y las más terroríficas, sangrientas de las luchas, desaparecidos, abandonados y muertos entre sus aguas.
Pero allí se encuentra una de las
culturas más musicales que permanece escondida entre cada recodo de este país
de contrastes, los bailes cantado o cantos bailados arrullan el río de mil
colores e historias, las minas artesanales, las mojigangas en Simití, la fiesta
del Corpus Cristi en San Vicente Chucuri, Mompox y loba, las islas del infinito río, guardadas, Tamalameque y José barros, la cumbia del banco Magdalena, “tres
golpes tres golpes na más……”. Versos que son ecos de un pueblo que canta y baila
para espantar tanta muerte acechante,
tiple y guitarra, guabina y bambuco, pasillo en aguadas tierra de caña,
el Valle del Cauca y lejos entre orillas angustiosas los negros como hombres
anfibios que no se resignan para dejar
sus lugares, los gobiernos no ayudan y allí en el choco de marimba no hay hospitales
y el agua es contaminada, allí las
negritudes reclaman una oportunidad de país para vivir, los indígenas de Putumayo, Nariño en orillas con el Brasil y el Ecuador silencios entre coca y sabor de Copoazu y
caucho como La Vorágine de José Eustasio Rivera que se esconde entre la selva en el Amazonas tierra de
culebra gigante y de pirañas, de bufeos o delfines rosados, de turismo y de micos
.
Mi país sin, lugar a dudas es un sitio con muchos contrastes afortunadamente
para quienes lo habitamos, en lo cultural, no existen políticas de protección
real de nuestro patrimonio y un ministerio de cultura que intenta ayudar en la promoción y sostenibilidad de la misma en un lugar donde todavía el desarrollo no se entiende y es avasallador de tradiciones y de las
formas como se vive. Hoy nuestro país está buscando la paz y le apuesta aun gobierno para que se construya la política de paz
de reinserción perdón y no olvido, mientras usted y yo imaginamos la
riqueza de este lugar maravilloso que tiene en la piel y en los sentidos, la
voz y los ecos de los pueblos americanos resistentes ante los invasores y que con sus cantos espantamos
la muerte y construimos la resistencia para la vida del presente y hacia el futuro.
Este es mi lugar y aquí vivo entre los
fantasmas del desarrollo, la educación y la muerte.
El río sigue su curso y a lo
lejos se oye el pescador que atrapa
pescaditos de colores antes el amanecer de un nuevo día.
Referencia:
Abad,
Faciolince H. Colombia: boceto para un retrato (Breve resumen del país)
Publicado por El Espectador el 9 MAR 2009 EN
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